lunes, 16 de junio de 2014

“FACE” BOOK

El libro de las caras…caras que en fotos se muestran tan sonrientes, enmarcadas, y presentables…
Muchas veces nuestras fotos dicen mas como queremos estar que como estamos.
Las poses, externas e internas, internalizadas como una forma de abordar al que nos mira, evitan mostrar nuestros estados de ánimo más profundos. Y como siempre ocurre en estos casos, nos mentimos mas a nosotros mismos que a los demás…

Si tuviéramos fotos de nuestros momentos no tan felices, de nuestras sorpresas no tan agradables, de nuestros miedos, de las indecisiones, y de nuestros encuentros y desencuentros con la vida, seguramente nos conoceríamos más que cuando solo registramos lo agradable.
La actitud con la que enfrentamos una cámara de foto nos muestra cuanto aceptamos nuestra vida tal como es, sin forzar una pose de felicidad constante.
Cuando observamos nuestras imágenes públicas, podemos vislumbrar pequeños detalles, rictus, que nos orientan en cuanto al momento, pero también nos acercan información de los procesos vividos hasta allí.
De alguna forma, las poses en las fotos reflejan las poses en la vida, mostrando solo lo que queremos “vender” a otros, negando nuestras realidades más incómodas.
Si nuestra mirada pudiera percibir a los demás tal como son, y nuestro ser mostrara todo lo que es, nuestras relaciones, con uno mismo y con los demás, serían mucho más profundas y creativas.
De nosotros depende reconocer nuestras mascaras, sacarlas, y exponer nuestra cara tal como es y como se encuentra en un instante determinado, el otro podría conocernos íntimamente, y así estar a nuestro lado desde una posición mas real, ayudándonos en nuestro camino.


Lic. Fabián López
MN 53284

miércoles, 4 de junio de 2014



La edad del Amor

“Mentira, mentira, yo quise decirle,
las horas que pasan ya no vuelven más.
Y así mi cariño al tuyo enlazado
es sólo un fantasma del viejo pasado
que ya no se puede resucitar”

Gardel y Lepera


No pocas veces escuchamos una queja recurrente de parte de nuestros pacientes: ¿Porqué la relación con mi pareja se ha vuelto tan diferente de la que era en los comienzos?
Así como los padres vemos crecer a nuestros hijos, adquirir habilidades, madurar funciones y someterse al encuentro con una realidad cada vez más fuera de nuestro control, la relación que nos unió alguna vez con un otro se torna distinta con el paso del tiempo y de las circunstancias.
Ese amor que despertó un día en un encuentro casual o buscado, se ha transfigurado y ha crecido. Asimiló lo que ambas partes pudieron aportarle, incorporó distintos lenguajes, adaptó su forma a lo sucedido y alcanzó nuevas características, que lo hicieron quizá mas serio o moderado, menos pendular, pero mas centrado, menos fuegos artificiales y mas compañerismo.
Claro, todo esto en el mejor de los casos, pero también es posible verificar desvíos, puntos de roce permanente, incomunicación, y grietas de diverso grosor, lo cual impulsa la añoranza.
Volviendo al ejemplo del niño, éste pasa de una fase inicial de puro disfrute simbiótico, a etapas donde se enfrenta al mundo exterior y a experiencias diversas, adquiriendo una personalidad que es inherente a su lugar en el mundo y que lo definirá para el futuro.
Las relaciones también nacen simbióticas, endogámicas, sin importarles qué sucede fuera de ellas. Al transcurrir el tiempo, y sujetas a las experiencias que las atraviesan, los vínculos adquieren también una personalidad y abordan los mismos desafíos a los que se enfrenta un niño o un adolescente en su vida individual.
Cuando nuestros pacientes inquieren “¿Porqué mi relación con X ya no es como al principio?” podríamos sugerirle que se pregunten porque su hijo adolescente o adulto ya no es como aquel bebé que llenó nuestro álbum de fotos mientras recordamos orgullosos un pasado perfecto…o no tanto.
Sostener en nuestra memoria un pasado amoroso e idílico presenta al menos dos inconvenientes, uno, sufrimos por la falta de algo que no fue real y, dos, intentamos perpetuar ese estado imaginario en un presente que demanda otras aptitudes y actitudes.
Suponiendo el hecho de que a ningún padre le gustaría ver a su hijo mayor con las carencias de un niño pequeño, es necesario confrontar la idea de que es necesario y deseable que nuestras relaciones crezcan y maduren al paso del tiempo. Esto es casi obvio pero se contradice con la demanda un poco tanguera de volver a un supuesto momento fundacional y perfecto.
Una vez más será interesante un trabajo interno, profundo y acompañado para despejar nuestra mirada de los artificios de una memoria cautivante y engañosa, amiga de retenernos en un tiempo ideal y de imaginar un regreso utópico al paraíso.
Se trata de poder ejercer una propuesta adulta, sanadora y realista que nos permita transitar por un reconocimiento del estado actual de nuestro vínculo, sus potencialidades y sus logros, así como sus conflictos y diferencias para consolidar la aceptación, el darse cuenta y la valoración de ésta relación, que ya no es aquella, y que pide el trato que le corresponde, a la vez que ofrece otras virtudes y capacidades que no estaban antes.
Asumir la madurez de una relación implica estar a la altura de la misma, esto es, asumir la propia madurez en un marco de cuidado hacia uno mismo y al otro.
No seríamos padres responsables si no estuvieramos a la altura de las necesidades de un hijo ya crecido.
Ser responsables es poder “dar respuesta” y si la nuestra navega en la nostalgia en lugar de vivir el presente, seremos irresponsables con nuestro vínculo.
La invitación es a descubrir los posibles patrones de percepción y comportamiento que nos demoran en un sufrimiento circular y que pueden ser desanudados y reconvertidos.

Lic. Fabián López
MN 53284


EL BY-PASS ESPIRITUAL

A lo largo del camino de la evolución espiritual, las personas transitamos rumbos variados, algunos de ellos de carácter progresivo, y otros con retrocesos y estancamientos, pero todos procesos necesarios y en consonancia con la mencionada evolución.

Dentro de lo que se denomina el paradigma integral – holístico – transpersonal podemos acordar que todo paso dado es pertinente - “ningún copo de nieve cae en lugares equivocados” - y que todo cambio en nuestras vidas conlleva la interrelación entre el cuerpo, la mente (racional y emocional) y el espíritu. Estas líneas de desarrollo, tal como las denomina Ken Wilber, siguen su propio ritmo y manifestación y de ahí las diferencias en los niveles evolutivos de cada una de ellas.
Así, vemos sujetos con un gran desarrollo físico pero con una pobre evolución mental y/o espiritual y también encontramos elevados niveles espirituales asociados a cuerpos y estructuras psíquicas defectuosas.
Esta incongruencia nos lleva a detenernos en un concepto desarrollado por el citado Wilber y también por otros terapeutas holísticos, como John Welwood y Mariana Caplan: El By-pass espiritual.
Estos pensadores nos alertan sobre un fenómeno bastante mas habitual de lo esperable en el que encontramos a individuos muy dedicados al aspecto “espiritual” asistiendo a cursos, talleres, retiros, diversas practicas esotéricas y exotéricas, la religión y los ritos, a veces con la asistencia de sustancias facilitadoras de estados “especiales” de conciencia, y que se definen como buscadores de lo trascendente pero que, a la vez, demuestran grandes carencias en sus estructuras psicológicas y en sus recursos yoicos.
Es un gran engaño pensar que alguien dedicado a lo espiritual no mantenga una conexión saludable con sus otros aspectos, material, mental, relaciones sanas, etc.
Muy por el contrario, las personas que han logrado un elevado nivel de conciencia tienen una profunda conexión con todo lo que lo rodea y sus relaciones son genuinas, ricas y compasivas frente a los demás.
Pero en las personas que han optado por el by-pass espiritual, en tanto atajo en su evolución, podemos percibir la importante distancia que media entre su pretendido estado espiritual y su pobre armado psíquico, devenido en un anclaje deficitario en relación a la realidad que lo circunda.
Al exponer sus primeras teorías, Ken Wilber propone aunar los mejores aportes de los saberes occidentales y orientales, demostrando que la supuesta antinomia de ambos paradigmas es producto de una mirada parcial de los mismos. Con respecto a los objetivos de ambos paradigmas, Wilber declara que, si bien la psicología occidental esta mas enfocada a lograr un ego-yo fuerte y adaptado a la realidad que lo rodea y que la psicología-filosofía oriental denuncia que la realidad consensuada es solo una ilusión (samsara) y por lo tanto se busca la “muerte” del yo-ego, es necesario reconocer un orden en la evolución recorriendo primero un camino de sanidad psicológica para luego trascender ese estado (una vez saneado) y progresar en los aspectos espirituales.
En resumen, podemos concluir que es necesario abordar nuestros aspectos fisicos y mentales con las herramientas terapéuticas pertinentes para luego disponernos a trascender este nivel y elevar nuestro nivel de conciencia con las técnicas apropiadas para el mismo.
John Welwood, toma el tema y menciona directamente los riesgos de dedicar nuestro tiempo y esfuerzo a prácticas espirituales elevadas como la meditación, ciertas lineas yóguicas avanzadas o rituales de carácter chamánico, entre otras actividades, cuando no hemos realizado un mínimo de trabajo terapéutico de orden psicológico.
En este sentido, su advertencia descubre los casos en los que personas que tienen desequilibrios, trastornos o carencias psicológicas estructurales o circunstanciales se meten de lleno en grupos de desarrollo “espiritual” cuando los problemas más básicos en su línea de evolución necesitan atención.
Estos y otros pensadores declaran que solo debe trascenderse un ego cuando éste sea sano y maduro. Si intentamos trascender un ego trastornado y desequilibrado, solo nos estaremos escapando del trabajo pendiente, en el plano que lo requiere, el cual es condición previa para abordar planos mas elevados de conciencia.
La labor de los profesionales que nos encontramos con este tipo de conflictos, debemos cerciorarnos de tener la capacidad y experiencia necesarias para no llegar a confusiones diagnosticas, del tipo de las que Ken Wilber denomina “falacia pre-trans” y que justamente advierte cuando algunas líneas teóricas y los profesionales implicados confunden estados pre-personales de evolución (ej: patologías graves) con niveles de conciencia elevada, propia de quienes han trascendido el nivel personal o del ego.
Será un requisito indispensable ajustar la mirada profesional a este paradigma, de manera amplia, inclusiva de todas las líneas o escuelas psicológicas, ya que todas tienen algo para decirnos sobre un mismo hecho, en cuanto no nos aferremos ciegamente a alguna de ellas como verdades absolutas, lo cual las empobrece y nos limita a la hora de abordar al paciente.


Lic. Fabián López
MN 53284


Karesansui

A veces, solo a veces...
Retirarse no es rendirse,
ni estar en contra es agredir.
Cambiar no es hipocresía
y derrumbar no es destruir.
Estar a solas no es apartarse,
y el silencio no tener qué decir.

Quedarse quieto no es por pereza,
ni cobardía es sobrevivir.
Sumergirse no es ahogarse,
ni retrocedes para huir.
No se desciende trastabillando,
ni el cielo ganas por bien sufrir.

Y las condenas no son eternas,
ni por perdones vas a morir.
A veces, solo a veces...
Hace falta lograr soltarse,
izar las velas, abandonarse,
dejar que fluya,
que el viento cambie,
cerrar los ojos
y enmudecer...


Esta poesía, de la escritora mexicana María Guadalupe Munguía Tiscareño, plasma de manera brillante la condición de la persona que se retira del vértigo del mundo, del ruido abrumador de la vida allá afuera, para sentar las bases de su vida acá adentro…
Cuantas veces en nuestra vida necesitamos recargar las energías interiores, encontrar nuevos y mejores puntos de vista y permitirnos una reparación en todos los planos?
La vorágine impuesta a nuestro ritmo cotidiano asusta a quienes nos ven parando la pelota, entregados sabiamente al devenir de acontecimientos que no podemos ni debemos controlar, aguardando el encuentro con situaciones y relaciones fructíferas en tanto novedosas, que demanden nuevas respuestas activas y no viejas recetas reactivas !!
La necesidad de control obedece a causas internas de cada uno de nosotros. Tomar conciencia de los mecanismos que nos llevan a querer controlar todo aspecto de nuestra vida es una labor intensa, a veces dura, pero siempre gratificante en nuestro trabajo interno, sea éste por la vía de la psicoterapia o cualquier alternativa integradora.
De acuerdo a esto, es muy importante detectar las necesidades actuales que se nos presentan y esto puede implicar una cierta retirada para equilibrar potencialidades, ampliar nuestro panorama frente a nuestros conflictos y resignificar aquellos eventos que han dejado huella en nuestra historia.
Esto constituye un armado paciente de aquellos recursos necesarios para luego, en momentos de necesaria actividad, optimizar los cambios a producir, contando con un mejor respaldo, propio, genuino y sólido, sin apelar a decisiones apresuradas, extemporáneas y pasajeras.
Permitirnos un tiempo de recarga física, emocional y espiritual es un regalo nada menor que podemos hacernos para transitar el muy particular período que media entre el darse cuenta y el hacerse cargo…de nuestra vida.

Lic. Fabián López
MN 53284


Sobre el crecimiento personal, los vínculos y el consultorio…


Uno de los caminos mas riesgosos que puede transitar cualquier pareja es permitir que la “relación” como ente, exija una adaptación automática de los individuos hacia ella, cuando probablemente lo mas sano sea lo contrario, esto es, que la relación surja de individuos maduros y autosostenidos como co-creadores de la misma, disfrutando del producto de ese encuentro con otro, de aquello propio que traemos como dote personal y también con lo nuevo que ese otro y el encuentro produce en nosotros.
Cuando alguien nos declara al finalizar una relación que “ahora quiero dedicarme a mi mismo/a” nos está diciendo que no lo hizo mientras estuvo en ese vínculo, y parece sentenciar que si está en la relación no se ocupa de sí y si se ocupa de sí no puede mantener una relación…
Animarse a descubrir éstos y otros juegos que jugamos no es una tarea fácil ni breve, a la que muchas veces debemos dedicarnos los terapeutas para que los pacientes aprovechen el esfuerzo no menor que implica una trabajo interior de provecho.
Tanto en el ámbito de la psicoterapia individual como en la terapia de pareja, la vocación de saber más de sí y de nuestra conducta vincular es un tesoro a cuidar para no desalentar el arduo trabajo de desenmascarar mandatos, guiones, repeticiones y modelos autodestructivos de relación.
No olvidemos que los vínculos importantes son la prueba mas completa a la que podemos estar expuestos, de ahí los riesgos, los costos y los temores…pero también las grandes satisfacciones y el crecimiento que ello implica.
Por último, también es importante recordar que cualquier vínculo significativo (parejas, padres, hijos, hermanos, etc.) no es otra cosa que un excelente complemento para ese gran vínculo especial que es el que tenemos con…nosotros mismos.


Lic. Fabián López
(MN 53284)






FAMILIAS DE ANTES Y DE AHORA...

La influencia psicológica de los padres sobre los hijos es particularmente fuerte en una sociedad como la nuestra, en la que las familias extensas, las comunidades muy unidas y los ritos de iniciación, que en otro tiempo mitigaban el impacto de los padres, se han desmoronado y han desaparecido. 
Crecer en una familia nuclear aislada (solo padre, madre e hijos), separados de una red de parentesco mas amplia, y muchas veces desvinculados entre sí, no genera la suficiente separación de los padres ni proporciona una red suficientemente amplia de modelos de conductas sanas masculinas y femeninas. La situación era muy diferente en las familias extensas que mantenían vínculos cotidianos. 
Si los padres eran físicamente ausentes o emocionalmente distantes o perturbados, las tías, tíos, primos y abuelos estaban disponibles para satisfacer las necesidades evolutivas del niño con amor y guía.
Las sociedades tradicionales también disponían de ritos de iniciación en la pubertad para ayudar al niño a separarse de su madre y a la niña de su padre, y a identificarse con una comunidad más amplia de mayores de su sexo.
La familia nuclear se ha convertido en una olla a presión en la que los problemas de los padres con el amor y la intimidad se transmiten directamente a sus hijos sin el mecanismo compensatorio de una familia extensa que nutre de modelos variados de conducta, inspiración, comunicación, sostén y vínculos.

Fabián López
Lic. en Psicología
(MN 53284)